No sé si a todos nos pasa lo
mismo, en mi caso, existen épocas de la historia con las cuales me siento
identificado, sin que exista una razón específica que justifique ese gusto
especial que sus remembranzas provocan.
El período comprendido entre las
décadas de los años 20 y los 40, es en mi caso ese lapso que suscita una
evocación no amalgamada con el mortero de la razón.
Esa predilección se desata cuando
veo filmografía de la época y, sobre todo, cuando escucho música vinculada al
período referido.
Eran los años del cine silente de
Chaplin, de Clark Gable y Vivien Leigh, Katharine Helburn, Greta Garbo,
Humphrey Bogart, de Cole Porter, Benny Goodman, Bing Crosby, Frank Sinatra;
tiempos de Jazz, de Blues, de Swing y en el caribe tiempos de Bolero.
Cuando eres del Caribe, el Bolero
es algo especial. Es la daga filosa que atraviesa el alma, el eterno compañero
de la bebida que sorbo a sorbo quita el velo de la timidez, transformándote en
un ser pasional. Es la brisa marina, el aroma del del oleaje eterno, el intenso
sabor de la sal y la infalible capacidad de dejarse atrapar por el amor, aún
cuando sabes que será una travesía dolorosa.
De esa época y de esa maravillosa
música, dos temas y dos personajes tienen la mágica propiedad de transportarme
a una época y una circunstancia afín, aun cuando ajena a mi línea de tiempo.
Un sueño es un bolero
compuesto por Freddy Coronado, violinista y saxofonista dominicano casi
invisible para la historia, que estuvo junto a Billo Frómeta cuando este daba
sus primeros pasos en eso de formar orquestas de música bailable en su natal
Santo Domingo. De hecho, Freddy
Coronado junto a, Francisco Damirón, José Ernesto Chapuseaux y Billo Frómeta formaron una orquesta de baile denominada Santo Domingo Jazz Band, la cual se
convertiría más tarde en la Billo's Happy
Boys, cuando en el año de 1937 Billo llega a Caracas por razones laborales;
pero esa es otra historia.
Lo cierto es que todos los
músicos señalados tuvieron mayor proyección en el tiempo que Freddy Coronado,
quien solo dejó como legado un puñado de boleros entre los cuales destaca el
que lleva por nombre Un sueño. Pero una canción no es
nada, si no existe un interprete que le de vida, cuerpo y alma, alguien que sea
capaz de proyectar con su voz la historia y los sentimientos que motivaron su
creación.
En este caso se trató de “El
Ruiseñor de la radio”, Rafael Ernesto Galindo Oramas, mejor conocido como Rafa
Galindo. Corrían los años cuarenta cuando Rafa se consolidaba como cantante; su
dulce voz de tenor y el uso magistral del recurso del vibrato, le conferían a
su proyección vocal características especiales para interpretar el bolero de
forma magistral.
Rafa Galindo |
Una excelente letra, un arreglo
acorde a ella y la voz del “Ruiseñor”, le dan a esta pieza ese poder especial
de transportarnos en el tiempo y ubicarnos en un salón de fiestas de hotel en
el Centro de la Caracas vieja. Una amplia terraza posibilita la realización de la
velada por comenzar. Aquí estoy, en la ansiosa espera del “té danzante”.
Dispuesto estoy a disfrutar de la música y del baile que pronto comenzará, y de
seguro se prolongará hasta bien entrada la madrugada del día siguiente.
Cuando ya la ansiedad se
apoderaba de la cordura, se escucha el intro
de metales y cueros que hace lucir a la orquesta, un minuto después, el
inesperado candor de la voz de un hombre menudo, trigueño y de cantinflérico
bigote, nos cuenta, en clave de bolero, una historia de amor:
Un sueño
un sueño tuve
que fue mi más grande ilusión
soñaba que me besabas
con besos de ardiente pasión.
Y en frases de romance
me cantabas con dulce voz
las cosas más queridas
y adoradas de nuestro amor.
Un sueño
un sueño tuve
que fue mi más grande ilusión
En el pusiste con calor
dejando como una oración
recuerdos de un pasado y tierno amor
Luego de estos tres versos viene
una pausa en el fraseo, que la orquesta aprovecha para para un corto sólo de
violín y luego culminar el inciso con metales y cueros. Después el ultimo verso
se repite y completar los tres minutos que dura la pieza.
Otro bolero mágico es Mucho
Corazón, pieza compuesta por la mexicana Ema Elena Valdemar Casarín,
una secretaría y contadora que supo colarse entre destacados artistas
contemporáneos como: Agustín Lara, Mario Talavera, Federico Baena y otros que
no viene al caso mencionar para no hacer muy extensa la lista. Ema Elena supo
ganarse un lugar preferencial en el gusto popular, en una época en la cual la
composición y la bohemia mexicana, estaba reservada para los hombres.
Ema Elena Valdemar |
En cuanto a la interpretación de
este bolero, quién otro podría ser mejor que Bartolomé Maximiliano Moré, mejor
conocido como Benny Moré o “El Bárbaro del ritmo”. Un mulato cubano
descendiente en cuarta generación de la realeza de una tribu del Congo. Su tatarabuelo
Ta Gundo, devenido en Ta Ramón Gundo Moré, por razones propias a su condición
de esclavo y haber sido propiedad del conde Moré. Benny conservó el apellido de
su tatarabuelo materno por ser todas sus ascendientes maternas —su bisabuela,
Julia; su abuela, Patricia, y su madre, Virginia—, así como el propio músico,
fruto de uniones ilegítimas, la mayoría de ellas con blancos, que no
reconocieron a sus hijos.
Benny Moré, "El Bárbaro del Ritmo" |
Los primeros acordes de La Banda
Gigante cortaron el bullicio de la noche y todos hicimos silencio para escuchar
al Benny:
Di si encontraste en mi pasado
una razón para olvidarme
o para quererme.
Pides cariño, pides olvido
si te conviene
no llames corazón
lo que tú tienes.
De mi pasado
preguntas todo
qué como fue
Si antes de amar
debe tenerse fe
Dar por un querer
la vida misma sin amor
eso es cariño
no lo que hay en ti
Yo para querer
no necesito una razón
me sobra mucho
pero mucho, corazón
La orquesta interviene con toda su sonoridad dando el tiempo necesario
para que Benny de nuevo entre en escena repitiendo las tres últimas estrofas.