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miércoles, 2 de enero de 2019

De Boleros y sueños


No sé si a todos nos pasa lo mismo, en mi caso, existen épocas de la historia con las cuales me siento identificado, sin que exista una razón específica que justifique ese gusto especial que sus remembranzas provocan.
El período comprendido entre las décadas de los años 20 y los 40, es en mi caso ese lapso que suscita una evocación no amalgamada con el mortero de la razón.
Esa predilección se desata cuando veo filmografía de la época y, sobre todo, cuando escucho música vinculada al período referido.
Eran los años del cine silente de Chaplin, de Clark Gable y Vivien Leigh, Katharine Helburn, Greta Garbo, Humphrey Bogart, de Cole Porter, Benny Goodman, Bing Crosby, Frank Sinatra; tiempos de Jazz, de Blues, de Swing y en el caribe tiempos de Bolero.
Cuando eres del Caribe, el Bolero es algo especial. Es la daga filosa que atraviesa el alma, el eterno compañero de la bebida que sorbo a sorbo quita el velo de la timidez, transformándote en un ser pasional. Es la brisa marina, el aroma del del oleaje eterno, el intenso sabor de la sal y la infalible capacidad de dejarse atrapar por el amor, aún cuando sabes que será una travesía dolorosa.
De esa época y de esa maravillosa música, dos temas y dos personajes tienen la mágica propiedad de transportarme a una época y una circunstancia afín, aun cuando ajena a mi línea de tiempo.
Un sueño es un bolero compuesto por Freddy Coronado, violinista y saxofonista dominicano casi invisible para la historia, que estuvo junto a Billo Frómeta cuando este daba sus primeros pasos en eso de formar orquestas de música bailable en su natal Santo Domingo. De hecho, Freddy Coronado junto a, Francisco Damirón, José Ernesto Chapuseaux y Billo Frómeta formaron una orquesta de baile denominada Santo Domingo Jazz Band, la cual se convertiría más tarde en la Billo's Happy Boys, cuando en el año de 1937 Billo llega a Caracas por razones laborales; pero esa es otra historia.
Lo cierto es que todos los músicos señalados tuvieron mayor proyección en el tiempo que Freddy Coronado, quien solo dejó como legado un puñado de boleros entre los cuales destaca el que lleva por nombre Un sueño. Pero una canción no es nada, si no existe un interprete que le de vida, cuerpo y alma, alguien que sea capaz de proyectar con su voz la historia y los sentimientos que motivaron su creación. 
En este caso se trató de “El Ruiseñor de la radio”, Rafael Ernesto Galindo Oramas, mejor conocido como Rafa Galindo. Corrían los años cuarenta cuando Rafa se consolidaba como cantante; su dulce voz de tenor y el uso magistral del recurso del vibrato, le conferían a su proyección vocal características especiales para interpretar el bolero de forma magistral.

Rafa Galindo

Una excelente letra, un arreglo acorde a ella y la voz del “Ruiseñor”, le dan a esta pieza ese poder especial de transportarnos en el tiempo y ubicarnos en un salón de fiestas de hotel en el Centro de la Caracas vieja. Una amplia terraza posibilita la realización de la velada por comenzar. Aquí estoy, en la ansiosa espera del “té danzante”. Dispuesto estoy a disfrutar de la música y del baile que pronto comenzará, y de seguro se prolongará hasta bien entrada la madrugada del día siguiente.
Cuando ya la ansiedad se apoderaba de la cordura, se escucha el intro de metales y cueros que hace lucir a la orquesta, un minuto después, el inesperado candor de la voz de un hombre menudo, trigueño y de cantinflérico bigote, nos cuenta, en clave de bolero, una historia de amor:

Un sueño
un sueño tuve
que fue mi más grande ilusión
soñaba que me besabas
con besos de ardiente pasión.

Y en frases de romance
me cantabas con dulce voz
las cosas más queridas
y adoradas de nuestro amor.

Un sueño
un sueño tuve
que fue mi más grande ilusión
En el pusiste con calor
dejando como una oración
recuerdos de un pasado y tierno amor

Luego de estos tres versos viene una pausa en el fraseo, que la orquesta aprovecha para para un corto sólo de violín y luego culminar el inciso con metales y cueros. Después el ultimo verso se repite y completar los tres minutos que dura la pieza.


Otro bolero mágico es Mucho Corazón, pieza compuesta por la mexicana Ema Elena Valdemar Casarín, una secretaría y contadora que supo colarse entre destacados artistas contemporáneos como: Agustín Lara, Mario Talavera, Federico Baena y otros que no viene al caso mencionar para no hacer muy extensa la lista. Ema Elena supo ganarse un lugar preferencial en el gusto popular, en una época en la cual la composición y la bohemia mexicana, estaba reservada para los hombres.

Ema Elena Valdemar

En cuanto a la interpretación de este bolero, quién otro podría ser mejor que Bartolomé Maximiliano Moré, mejor conocido como Benny Moré o “El Bárbaro del ritmo”. Un mulato cubano descendiente en cuarta generación de la realeza de una tribu del Congo. Su tatarabuelo Ta Gundo, devenido en Ta Ramón Gundo Moré, por razones propias a su condición de esclavo y haber sido propiedad del conde Moré. Benny conservó el apellido de su tatarabuelo materno por ser todas sus ascendientes maternas —su bisabuela, Julia; su abuela, Patricia, y su madre, Virginia—, así como el propio músico, fruto de uniones ilegítimas, la mayoría de ellas con blancos, que no reconocieron a sus hijos.

Benny Moré, "El Bárbaro del Ritmo"

 Al igual que en el caso anterior la fluida voz de tenor de Benny, su sentido musical y su expresivo fraseo nos trasportan al cabaret más céntrico, lujoso y exclusivo de La Habana, el Montmartre. En su afrancesada arquitectura de espaciosos salones, el Bolero, el Mambo, la Guaracha y la Rumba, esa noche colmaban los espacios artísticos. A la distancia, en una mesa especialmente habilitada puedo ver a Frank Sinatra y Ava Gardner tomados de la mano esperando al igual que yo la aparición en escena del “Bárbaro del Ritmo”.

Los primeros acordes de La Banda Gigante cortaron el bullicio de la noche y todos hicimos silencio para escuchar al Benny:

Di si encontraste en mi pasado
una razón para olvidarme
o para quererme.

Pides cariño, pides olvido
si te conviene
no llames corazón
lo que tú tienes.

De mi pasado
preguntas todo
qué como fue
Si antes de amar
debe tenerse fe

Dar por un querer
la vida misma sin amor
eso es cariño
no lo que hay en ti

Yo para querer
no necesito una razón
me sobra mucho
pero mucho, corazón


La orquesta interviene con toda su sonoridad dando el tiempo necesario para que Benny de nuevo entre en escena repitiendo las tres últimas estrofas.