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miércoles, 2 de enero de 2019

De Boleros y sueños


No sé si a todos nos pasa lo mismo, en mi caso, existen épocas de la historia con las cuales me siento identificado, sin que exista una razón específica que justifique ese gusto especial que sus remembranzas provocan.
El período comprendido entre las décadas de los años 20 y los 40, es en mi caso ese lapso que suscita una evocación no amalgamada con el mortero de la razón.
Esa predilección se desata cuando veo filmografía de la época y, sobre todo, cuando escucho música vinculada al período referido.
Eran los años del cine silente de Chaplin, de Clark Gable y Vivien Leigh, Katharine Helburn, Greta Garbo, Humphrey Bogart, de Cole Porter, Benny Goodman, Bing Crosby, Frank Sinatra; tiempos de Jazz, de Blues, de Swing y en el caribe tiempos de Bolero.
Cuando eres del Caribe, el Bolero es algo especial. Es la daga filosa que atraviesa el alma, el eterno compañero de la bebida que sorbo a sorbo quita el velo de la timidez, transformándote en un ser pasional. Es la brisa marina, el aroma del del oleaje eterno, el intenso sabor de la sal y la infalible capacidad de dejarse atrapar por el amor, aún cuando sabes que será una travesía dolorosa.
De esa época y de esa maravillosa música, dos temas y dos personajes tienen la mágica propiedad de transportarme a una época y una circunstancia afín, aun cuando ajena a mi línea de tiempo.
Un sueño es un bolero compuesto por Freddy Coronado, violinista y saxofonista dominicano casi invisible para la historia, que estuvo junto a Billo Frómeta cuando este daba sus primeros pasos en eso de formar orquestas de música bailable en su natal Santo Domingo. De hecho, Freddy Coronado junto a, Francisco Damirón, José Ernesto Chapuseaux y Billo Frómeta formaron una orquesta de baile denominada Santo Domingo Jazz Band, la cual se convertiría más tarde en la Billo's Happy Boys, cuando en el año de 1937 Billo llega a Caracas por razones laborales; pero esa es otra historia.
Lo cierto es que todos los músicos señalados tuvieron mayor proyección en el tiempo que Freddy Coronado, quien solo dejó como legado un puñado de boleros entre los cuales destaca el que lleva por nombre Un sueño. Pero una canción no es nada, si no existe un interprete que le de vida, cuerpo y alma, alguien que sea capaz de proyectar con su voz la historia y los sentimientos que motivaron su creación. 
En este caso se trató de “El Ruiseñor de la radio”, Rafael Ernesto Galindo Oramas, mejor conocido como Rafa Galindo. Corrían los años cuarenta cuando Rafa se consolidaba como cantante; su dulce voz de tenor y el uso magistral del recurso del vibrato, le conferían a su proyección vocal características especiales para interpretar el bolero de forma magistral.

Rafa Galindo

Una excelente letra, un arreglo acorde a ella y la voz del “Ruiseñor”, le dan a esta pieza ese poder especial de transportarnos en el tiempo y ubicarnos en un salón de fiestas de hotel en el Centro de la Caracas vieja. Una amplia terraza posibilita la realización de la velada por comenzar. Aquí estoy, en la ansiosa espera del “té danzante”. Dispuesto estoy a disfrutar de la música y del baile que pronto comenzará, y de seguro se prolongará hasta bien entrada la madrugada del día siguiente.
Cuando ya la ansiedad se apoderaba de la cordura, se escucha el intro de metales y cueros que hace lucir a la orquesta, un minuto después, el inesperado candor de la voz de un hombre menudo, trigueño y de cantinflérico bigote, nos cuenta, en clave de bolero, una historia de amor:

Un sueño
un sueño tuve
que fue mi más grande ilusión
soñaba que me besabas
con besos de ardiente pasión.

Y en frases de romance
me cantabas con dulce voz
las cosas más queridas
y adoradas de nuestro amor.

Un sueño
un sueño tuve
que fue mi más grande ilusión
En el pusiste con calor
dejando como una oración
recuerdos de un pasado y tierno amor

Luego de estos tres versos viene una pausa en el fraseo, que la orquesta aprovecha para para un corto sólo de violín y luego culminar el inciso con metales y cueros. Después el ultimo verso se repite y completar los tres minutos que dura la pieza.


Otro bolero mágico es Mucho Corazón, pieza compuesta por la mexicana Ema Elena Valdemar Casarín, una secretaría y contadora que supo colarse entre destacados artistas contemporáneos como: Agustín Lara, Mario Talavera, Federico Baena y otros que no viene al caso mencionar para no hacer muy extensa la lista. Ema Elena supo ganarse un lugar preferencial en el gusto popular, en una época en la cual la composición y la bohemia mexicana, estaba reservada para los hombres.

Ema Elena Valdemar

En cuanto a la interpretación de este bolero, quién otro podría ser mejor que Bartolomé Maximiliano Moré, mejor conocido como Benny Moré o “El Bárbaro del ritmo”. Un mulato cubano descendiente en cuarta generación de la realeza de una tribu del Congo. Su tatarabuelo Ta Gundo, devenido en Ta Ramón Gundo Moré, por razones propias a su condición de esclavo y haber sido propiedad del conde Moré. Benny conservó el apellido de su tatarabuelo materno por ser todas sus ascendientes maternas —su bisabuela, Julia; su abuela, Patricia, y su madre, Virginia—, así como el propio músico, fruto de uniones ilegítimas, la mayoría de ellas con blancos, que no reconocieron a sus hijos.

Benny Moré, "El Bárbaro del Ritmo"

 Al igual que en el caso anterior la fluida voz de tenor de Benny, su sentido musical y su expresivo fraseo nos trasportan al cabaret más céntrico, lujoso y exclusivo de La Habana, el Montmartre. En su afrancesada arquitectura de espaciosos salones, el Bolero, el Mambo, la Guaracha y la Rumba, esa noche colmaban los espacios artísticos. A la distancia, en una mesa especialmente habilitada puedo ver a Frank Sinatra y Ava Gardner tomados de la mano esperando al igual que yo la aparición en escena del “Bárbaro del Ritmo”.

Los primeros acordes de La Banda Gigante cortaron el bullicio de la noche y todos hicimos silencio para escuchar al Benny:

Di si encontraste en mi pasado
una razón para olvidarme
o para quererme.

Pides cariño, pides olvido
si te conviene
no llames corazón
lo que tú tienes.

De mi pasado
preguntas todo
qué como fue
Si antes de amar
debe tenerse fe

Dar por un querer
la vida misma sin amor
eso es cariño
no lo que hay en ti

Yo para querer
no necesito una razón
me sobra mucho
pero mucho, corazón


La orquesta interviene con toda su sonoridad dando el tiempo necesario para que Benny de nuevo entre en escena repitiendo las tres últimas estrofas.

domingo, 20 de noviembre de 2016

La Gran Estafa



Siempre debemos tomar partido.
La neutralidad ayuda al opresor,
 nunca a la víctima.
El silencio alienta al torturador,
 nunca al torturado.
Elie Wiesel



En términos del derecho, y en específico en su rama penal, una estafa consiste en el engaño. El sujeto activo del delito se hace entregar un bien patrimonial, por medio del engaño; es decir, haciendo creer la existencia de algo que en realidad no existe.
Durante el lapso comprendido entre el año 1982, cuando Hugo Chávez fundó junto con un grupo de militares disidentes el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) y hasta el año 2002, siendo ya presidente de la república, el concepto de socialismo no aparecía registrado en la jerga gobiernera. Vale destacar que durante ese período “no-socialista” Chávez lideró el golpe de estado de febrero de 1992 y ganó las elecciones presidenciales de 1998 y 2000, esta última para "re-legitimar todos los poderes", luego de aprobar una nueva Constitución de la República en sustitución de la de 1961. Las ofertas de Chávez y los movimientos políticos que lo apoyaron estaban entonces direccionadas hacia reformar el Ejército e iniciar una lucha para construir una nueva República, utilizando para ello el “Poder Constituyente”
Fue en el año 2002 cuando comienza aparecer en su léxico la palabra socialismo. El llamado Socialismo del Siglo XXI, resulta ser el ingrediente principal de nuestro pastiche ideológico. Es un concepto que aparece en la escena mundial en 1996, a través de Heinz Dieterich Steffan quien es un sociólogo y analista político alemán, autor de la obra “Socialismo del Siglo XXI” donde explica la base teórica de esta idea. Se fundamenta en la visión de Karl Marx sobre la dinámica social y la lucha de clases. Dieterich revisa la teoría marxista con ánimo de actualizarla al mundo de hoy, incorporando los avances del conocimiento, las experiencias de los intentos socialistas, desvelando sus limitaciones, entregando propuestas concretas tanto en la economía política como en la participación democrática de la ciudadanía para construir una sociedad libre de explotación. Resumiendo, el socialismo del siglo XXI supone que es necesario un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar hacia el desarrollo.
Algunos detractores de Dieterich, como el marxista británico Alan Woods[1], lo  criticaron por afirmar «haber inventado una teoría completamente nueva y original del “socialismo del siglo XXI”». Woods dice que “…los escritos de Dietrich simplemente repiten las viejas ideas premarxistas de los socialistas utópicos y las presentan como algo nuevo, una forma de “socialismo” sin lucha de clases sin necesidad de expropiar el capitalismo”.
Chávez consciente de que tanto la conceptualización del Socialismo del Siglo XXI antes expuesta, como lo dicho por él mismo  en el V Foro Social Mundial  del 2005, donde explicaba que la fuente ideológica de este “nuevo socialismo” está basada en “árbol de las tres raíces”[2], era algo difícil de digerir por  el venezolano de a pie, diseña una conceptualización ideológica light. Por ello en el año 2006 expresó: "Hemos asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia el socialismo y contribuir a la senda del socialismo, un socialismo del siglo XXI que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad".
Apelar a conceptos digeribles como solidaridad, fraternidad, amor, libertad e igualdad, hace más terrenal la propuesta, aunque en el fondo sigue siendo igual de insustancial y teórica.
La ruda crítica de Woods parece haber sido profética ya que al igual que en la Inglaterra del inicio de la revolución industrial, en Venezuela el Socialismo del Siglo XXI a resultado ser  un socialismo irrealizable.
Esta la causa por la cual el “período Dietrich” culmina en el año 2007, cuando el alemán dejo de ser  asesor gubernamental del gobierno bolivariano, y la teoría del Socialismo del siglo XXI se estancó.
Pero este estancamiento no decantó en el fin de la cháchara revolucionaria y un viraje en el modelo del pastiche ideológico. Si algo sabía el comandante, era utilizar el verbo para construir castillos en el aire.
La estafa continúa.
En el caso venezolano, el político de izquierda y opositor al chavismo, Teodoro Petkoff, cree que dos rasgos del chavismo son el autoritarismo y el militarismo, a pesar de que el chavismo se define a sí mismo defensor de un socialismo democrático. Por su parte, el Arzobispo de Mérida, Mons. Baltazar Porras, opinó que el socialismo del siglo XXI es indefinido ideológicamente, que busca "distraer la atención" y "parece más bien un supermercado". Para el Arzobispo, otras características de este socialismo son el populismo, el autoritarismo y el militarismo.
Más allá de lo que los políticos o el clero puedan expresar: ¿Qué siente el ciudadano común?, esa masa amorfa y variopinta que se han empeñado en definir con el peyorativo (para mí) remoquete de “pueblo”. El ciudadano común, ese que no tiene a la política como su forma de vida, ese que siempre sueña con disponer de las posibilidades de mejorar su calidad de vida (cualquiera que esta sea); cómo percibe ese ciudadano los efectos de esta “revolución bonita”.
Ese ciudadano sufre en su cotidianidad los efectos de la estafa. Lo que comenzó con coartar la posibilidad de acceso a aspectos de las necesidades humanas, que algunos de mente estrecha podrían catalogar como de carácter pequeño burgués, y me refiero simplemente a la recreación o la ropa, ha terminado por convertirse en la enorme dificultad de adquirir por medio propio, los rubros para la dieta básica de alimentación, o la medicina para garantizar la subsistencia. Con casi cuatro lustros de “acción revolucionaria” a cuestas, para el ciudadano común resulta una tarea titánica disponer en la mesa de su hogar de una arepa con mantequilla y queso.
Según lo expresa el ex-ministro de obras públicas José Curiel: “en Venezuela hay un empobrecimiento general en todos los niveles”. Esto es lo que desea demostrar en su libro: “Del pacto de Punto Fijo al pacto de La Habana”, un trabajo de investigación de la gestión de diversos gobiernos en distintas áreas. De ese libro, tomamos algunos datos y los agrupamos en el siguiente cuadro comparativo:
Otro dato interesante, referido ahora a la vivienda, que evidencia lo que ocurre en la actualidad se muestra en la tabla siguiente:

 
Desde el alto gobierno, “los soldados de la patria”, los designados para trazar en revolución los destinos de la nación, se han esmerado en trazar sus propios caminos, y para hacer eso posible, han fabricado la enorme impostura detrás de la cual se mueve toda la parafernalia de corrupción, vicios y desmesuras,  que no siempre vemos pero si percibimos en toda la magnitud de su putrefacción. Ahora más que nunca nos hace sentido la conocida frase de William Shakespeare, en la que el fiel Marcelo de pié en la explanada del palacio real de Elsingor, le dice al príncipe Hamlet: "Algo huele a podrido en Dinamarca"
Mucho tiempo ha pasado desde las elecciones nacionales efectuadas el domingo 6 de diciembre de 1998, donde resultó  ganador Hugo Chávez Frías del MVR, con el segundo mayor porcentaje del voto popular en cuatro décadas (56,20%). Tres millones, seiscientos setenta y tres mil seiscientos ochenta y cinco venezolanos (3.673.685) votaron ilusionados por el locuaz teniente coronel retirado, promotor y partícipe del golpe de Estado que en febrero de 1992 se gestó contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez. De ellos  un alto porcentaje hoy en día están desencantados del proceso, unos lo claman a viva voz, otros rumian su descontento, pues la semilla del miedo ha sido sembrada, metódica y sistemáticamente en su interior mediante una estrategia que no persigue otra cosa que la perpetuación de una clase político-militar en el poder, una clase que cree con maquiavélica convicción en la acepción revolucionaria de la frase atribuida a Alcuino: vox populi, vox Dei, es decir: La voz del pueblo es la voz de Dios, siempre y cuando esa voz diga lo que yo quiero escuchar.
Evidencias de la anterior afirmación sobran, solo por citar algunos casos podemos señalar:
1.    El referéndum constitucional de Venezuela de 2007, una propuesta hecha inicialmente por el presidente Hugo Chávez y luego ampliada por la Asamblea Nacional de Venezuela con el objeto de modificar 69 artículos de la Constitución de 1999, entre los cuales estaba el de conformar a Venezuela como Estado socialista. Esta propuesta perdió el referéndum. Recordadas son sus declaraciones luego de conocer los resultados: “Una recomendación (a la oposición): sepan administrar su victoria de mierda…”  Para nada tomo en cuenta la expresión de la mayoría de los ciudadanos quienes claramente manifestaron que no deseaban que Venezuela se constituyera en un estado socialista. Acto seguido solicitó una ley habilitante a la asamblea nacional, ley que le permitió con el correr del tiempo ir aprobando según su voluntad los decretos que la “voz del pueblo” le había negado, incluso lo relativo a la reelección indefinida, para los cargos de presidente, gobernadores, alcaldes, diputados y cualquier otro cargo en la cual la ciudadanía tiene derecho a elegir. Esto último se materializó mediante referendo de enmienda constitucional realizado en el año 2009.
2.    Elecciones regionales del año 2008. La oposición gana sólo seis áreas, las gobernaciones de: Carabobo, Miranda, Nueva Esparta, Táchira, Zulia y en la Alcaldía Metropolitana. El gobierno, desconociendo los resultados, designa a dedo a los llamados “Protectores”. El caso más emblemático es quizás el de la Alcaldía Metropolitana, donde se creó algo que se llama “Autoridad Única del Distrito Capital”,  una instancia creada por decreto del gobierno del presidente Hugo Chávez, la cual asumió competencias que le fueron quitadas al Alcalde electo por voto popular (Antonio Ledezma) en el marco de una reforma de dudosa legalidad.

En líneas generales puede decirse que en Venezuela, “la salsa que es buena para el pavo, no lo es para la pava”. Para una misma situación, y dependiendo de lo que según el momento político pueda a beneficiar o perjudicar al gobierno, los resultados serán de una forma u otra. Basta ver la celeridad en que todos los organismos que conforman el estado se articularon de manera diligente para hacer posible el Referendo para aprobar la reforma constitucional del 2009. Chávez en diciembre del 2008 hace la propuesta, el 18 de diciembre lo aprueba la Asamblea Nacional y el 15 de febrero de 2009 se hace la consulta, todo en menos de dos meses, con todo y que el mismo Chávez agregó por cuenta propia un nuevo grupo de artículos a ser modificados el 5 de enero del 2009 (a menos de un mes de la consulta), sin que esto contara con la aprobación formal de la Asamblea, ni el más mínimo reproche por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE). ¿Qué maravilla verdad? En cambio cuando la oposición trata de hacer cumplir lo estipulado en los artículos 72 y 233 de esa misma Constitución en relación a la realización de un Referendo Revocatorio, la diligencia y articulación existe sólo para buscarle las cuatro patas al gato y colocar trabas para impedir que se realice la consulta y el soberano se exprese.


El militarismo salvaje
El fundamento ideológico del gobierno  es la mentira y por ello han hecho esfuerzos para lograr una hegemonía comunicacional, pues tiene muy claro lo que ya advirtía Gabriel García Márquez al formar parte de la comisión McBride en 1980: "...la información fluye de los fuertes a los débiles y es un medio crucial de dominación de los pobres por parte de los ricos", y está claro quienes son los ricos en la Venezuela actual. El gobierno tiene el control de todos los medios de comunicación, unos de manera directa al ser su propietario, otros mediante la presión económica, la censura y sus respectivas sanciones y otros mediante la utilización de “testaferros comunicacionales”, pues desde el mismo gobierno se ha apadrinado su adquisición por personas que tienen vínculos y compromisos con sus tutores.  Si en cualquier actividad esa praxis es nociva porque restringe la libertad a los que son sometidos a ella, en el caso particular de la hegemonía comunicacional es aún más grave porque tiene un carácter totalitario. De esa manera el gobierno controla lo que se dice y por sobre todo lo que no se dice, sometiendo a la población a una ideología particular y a una sola visión del mundo restringiendo cualquier manifestación libre del pensamiento que contraríe la verdad oficial hegemónica. Aún cuando ya no necesita “encadenar” todos los medios radio-eléctricos, para transmitir lo que quiere, cuando quiere, lo sigue haciendo, en una demostración de soberbia e irrespeto sin límites.
Lo señalado para los medios radioeléctrico aplica también para los medios de comunicación impresos, estos aun cuando de menor penetración, tampoco escapan a la voracidad hegemónica del gobierno. Son harto conocidas las dificultades que padecen los medios que no se pliegan a la ideología oficial. Sufren de asedio continuo, se ven privados de divisas para sus operaciones normales y por ende marginados en su posibilidad  de adquirir la materia prima básica para su funcionamiento. Misma materia prima que se obsequia a aquellos medios oficiales que difunden sólo los logros del gobierno, que además se distribuyen de manera gratuita, en una demostración clara de lo que significa la libre competencia. 
Hoy en día el gobierno revolucionario cuenta con el Sistema Nacional de Medios Públicos (SNMP), creado en el 2008 como parte de los lineamientos del Plan Socialista de la Nación (2007-2013). El aparato informativo cuenta con el Sistema Bolivariano de Comunicación e Información (SIBCI), antiguo SNMP, y que tiene como objetivo el direccionamiento de los medios públicos o vinculados al gobierno. Está integrado por 5 televisoras nacionales, más de una centena de pequeñas televisoras de difusión local o llamadas comunitarias, más de 220 emisoras de radio comunitarias, una agencia de noticias (AVN) y decenas de periódicos “pro gobierno”, de los cuales destacan Correo del Orinoco y Ciudad Caracas. Incluye además los medios internacionales Telesur y la Radio del Sur. Todos con la “tarea patriótica” de difundir la ideología del gobierno y construir la impostura que lo soporta.
Una de las mentiras de mayor envergadura que debe ser soportada por la maquinaria que ejerce el control informativo del gobierno, reside en vuestra misma denominación como país; se nos conoce como: “República Bolivariana de Venezuela”, pero en esencia ni somos República, ni somos Bolivarianos.
Entre los principios fundamentales para el funcionamiento de la república están: la máxima autoridad cumple funciones por un tiempo determinado y es elegida por los ciudadanos, la división de poderes, la concreción de la justicia y la búsqueda del bien común. Esta escueta definición se explica por sí sola, en un país donde la máxima autoridad puede eternizarse en el poder según la reforma constitucional del año 2009, donde no existe la división de poderes pues todos están subordinados a la máxima autoridad; para muestra un botón: me resulta imposible borrar de la mente la dantesca escena protagonizada en el Tribunal Supremo de Justicia el 26 de enero del 2006, cuando en sala plena los encargados de administrar la justicia en la “república” gritaron en coro: “UA Chávez no se va…” ¿Qué te puedo decir?. Ni se diga de lo que puede entender esta gente, sobre lo que es la “búsqueda del bien común”; como lo vinculan con las horas de cola en los centros de abastecimiento para comprar un jabón, un rollo de papel toilette o cualquier otra de esas cosas que exige el gusto pequeño burgués de los ciudadanos. Cómo se relaciona la mentada búsqueda del bien común, con la humillación de esperar las dádivas del gobierno con la asignación de las “bolsas del CLAP”, donde recibirás sólo si te portaste bien, por cortesía de la revolución, lo que a ellos decidan, nunca lo que tu deseas…
En lo que respecta a lo de Bolivariano, no se es Bolivariano por rendir un culto desmedido e irracional a la memoria del padre de la patria. Ganarse la condición de Bolivariano, está más relacionado con la práctica de los valores que fundamentan el pensamiento del padre de la patria  y su praxis libertaria.
Basta leer algunos de los pensamientos de Simón Bolívar para tener una idea clara de lo que pensaba en relación a la perpetuación de alguien en el poder: "Es una manía miserable el querer mandar a todo trance", o de la intromisión de la cúpula militar en el gobierno: “El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno", o  "Es insoportable el espíritu militar en el mando civil". Sin embargo esta manera de pensar y actuar dentro del  ideal del libertador se esconde de cara a la ciudadanía, puesto que la actitud del gobierno que se auto-nombra como Bolivariano, es totalmente opuesta a lo que allí se indica.
La vinculación del gobierno con la cúpula militar es más que evidente, de hecho y sin temor a pecar de exagerados podemos indicar que estamos viviendo una crisis donde una elevada cuota-parte de responsabilidad la tiene el “Militarismo salvaje” que invade el ejercicio del mando civil.
En cifras esto se traduce en que entre militares activos o retirados controlan 32,1% de los 28 ministerios que tiene el gabinete. Manejan algunas de las carteras de mayor relevancia como Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Economía, Finanzas y Banca Pública, Industria y Comercio y por supuesto  Defensa.
La economía se encuentra en manos militares, por lo que no resulta descabellado pensar que algo tienen que ver con la aguda crisis por la que estamos atravesando. Oficiales están al mando de 6 de los 11 ministerios de esa área. Asimismo, manejan la mitad de los despachos del área política.
“Los militares terminan con más poder aunque no sean mayoría con respecto al total del gabinete. Esto ocurre porque ocupan los cargos de mayor impacto, por lo que tienen más preponderancia en términos cualitativos”, advierte el historiador Luis Alberto Buttó, especializado en relaciones civiles y militares y profesor de la Universidad Simón Bolívar.
En otros ámbitos del poder,  el capitán retirado Diosdado Cabello fue nombrado primer Vice-presidente del PSUV en reemplazo de Cilia Flores, una civil. Además, el presidente cambió la dirección nacional de la organización para introducir más figuras provenientes de los cuarteles y, para las elecciones regionales de 2012, seleccionó como candidatos a gobernadores a 12 militares y a 11 civiles, primera y única vez que la tolda ha postulado a más oficiales en unos comicios[3] .  
 

El resto de las instituciones del estado también se ha plagado del ineficiente componente militar; investigaciones del sociólogo Eduardo Guzmán Pérez, especialista en historia de la Fuerza Armada y con estudios de Estado Mayor,  refiere que hasta 2013 cerca de 1.614 militares de varios rangos desempeñaron cargos en la administración pública, situación que se ha acentuado hasta nuestros días.
Capítulo aparte merece la gestión del Mayor General Luis Motta Domínguez, quien desde agosto del 2015 es además de Ministro para el Poder Popular para la Energía Eléctrica, el Presidente de la Corporación Eléctrica Nacional (CORPOELEC). Se trata de un caso especial, y que será tratado en detalle en un próximo artículo, pues resulta increíble como en tan corto período un ser humano sea capaz de causar tanta destrucción en un sector tan importante para el desarrollo de la nación, como lo es el sector eléctrico.
Las cifras echan por tierra la leyenda urbana sobre los militares y su eficiencia para manejar los problemas de la nación y sustentan el pensamiento de nuestro libertador cuando expresa: “Un militar no tiene virtualmente que meterse sino en el ministerio de sus armas", sobre todo la clase de militares que han sido colocados a dedo en cargos de importancia estratégica para economía de la nación, tomando en cuenta sólo su fidelidad con la línea ideológica del gobierno (lo cual está todavía por comprobarse), sin tomar en cuenta que estos cargos “requieren un nivel de profesionalización y experticia que poco tienen que ver con la disciplina heredada de la formación militar” según señala Nicmer Evans[4].
Esta falta de profesionalización no ocurre sólo con el componente pretoriano del gobierno, los civiles que lo integran, y por ser elegidos atendiendo a los mismos principios de filiación ideológica, tampoco calzan los niveles de capacitación que les permitirían ejercer sus funciones con la eficiencia que demanda un país como el nuestro.
Por último tampoco se ha conseguido con el incremento de la clase militar en el gobierno, alcanzar los niveles de pulcritud deseados en el manejo de las arcas de la nación, tantos y tan evidentes son los casos de corrupción que hasta la muy complaciente Fiscalía General de la República emitió una orden de captura contra el general Hebert García Plaza, quien fue ministro de Alimentación y de Transporte Acuático y Aéreo; la participación de militares en casos de corrupción con divisas vinculados con la extinta Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), es cosa harto conocida; también podemos señalar tristemente célebre “Cártel de los Soles”, una organización venezolana conformada por miembros del alto mando militar de las Fuerzas Armadas quiénes están implicados en el tráfico internacional de droga[5] .
La guinda de la torta es el caso de los “Narco-Sobrinos”, cuyo juicio actualmente en curso en tribunales norteamericanos, comienza a revelar la enorme podredumbre con que se mueven los hilos del poder en el gobierno revolucionario.

La desesperanza
El rotundo fracaso de un modelo económico que no ha hecho otra cosa que empobrecernos, sumado al tozudo empeño de la clase dominante en bloquear todos los caminos democráticos para propiciar el cambio que una mayoría abrumadora de la población añora, así lo evidencian los sondeos de opinión realizados, han generado en el alma de los ciudadanos una desesperanza que nunca antes había existido.
“En noviembre de 2015, durante un partido entre los seleccionados de Venezuela y Ecuador, por las eliminatorias para el mundial de Rusia de 2018, se escuchó a la multitud presente en el estadio Cachamay de Puerto Ordaz, gritar "Y va a caer, y va a caer, este gobierno va a caer" (haciendo referencia al rechazo hacia el gobierno de Nicolás Maduro, en la previa por las elecciones del 6 de diciembre). El improvisado cántico, que cada vez se hizo más intenso, fue tapado por la música del estadio, durante el final del partido.”[6]
Estos párrafos reflejan lo que ocurre cada vez con más intensidad cuando un grupo de venezolanos se reúne. Los cánticos de rechazo al régimen son a viva voz, o son silentes a lo interno de todos los que nos sentimos agredidos, vejados y abusados por la revolución. ¿Cuál son las causas por las cuales esas sensaciones ampliamente compartidas por una mayoría abrumadora de la población, no se transforman en una acción concreta de cambio?
No existe una sola razón para que esto ocurra, pero definitivamente la que ocupa la cuotaparte de mayor peso de este ramillete de razones, tiene que ser la acción coordinada del gobierno para que esa acción de cambio no ocurra. La cúpula que conforma el alto gobierno en su afán nada Bolivariano de perpetuarse en el poder, contradiciendo lo que el libertador manifiesta al decir: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía.”, ha empleado sistemáticamente, y por diversos medios, la táctica de generar una alta dependencia del ciudadano hacia el régimen. Han demostrado una altísima aptitud para ejecutar un maquiavélico plan destinado a generar en la psiquis del colectivo, la certeza  de la incapacidad propia para logar el escalamiento social. Está minusvalía genera la necesidad de que sea el gobierno quien posibilita ese escalamiento mediante sus políticas sociales. Es el gobierno entonces quien hace posible que el ciudadano tenga acceso a la salud, a la alimentación, a la educación, a la vivienda y en general a todos los bienes que le permitan mejorar su calidad de vida. De esta forma crea en el inconsciente colectivo del “pueblo” la imposibilidad de la superación personal, y su automática dependencia para poder subsistir; mientras en paralelo construye la quimera de recibir en algún momento el “premio gordo”, si se porta bien. Ese premio gordo, puede darse por intermedio de: La Gran Misión Vivienda Venezuela, Misión Barrio Adentro, Misión Mercal, Misión Ribas, Misión Milagro, y pare usted de contar en esa inmensa fábrica de esperanzas que para la mayoría nunca se transformará en una realidad concreta, pero que para todos mantiene viva la llama de la posibilidad de solucionar sus problemas sin esfuerzo propio, gracias a la bondad de ese ente mesiánico al cual debo retribuirle con mi sumisión.
En los laboratorios del gobierno se ejecuta con maligna meticulosidad el plan que persigue la clara intención de acentuar la diferencia entre “dar un pez o enseñar a pescar”; expresado a viva voz por uno de sus más notorios voceros, él para entonces  ministro para la Educación Héctor Rodríguez, quién sin ningún empacho manifestó en alocución realizada el 25 de febrero de 2014, en el marco de una campaña contra la pobreza: “No se debe sacar a los más necesitados de la pobreza ya que, podría generar que estos intentaran convertirse en "escuálidos"”. ¿Hay que aclarar algo más?
El gobierno “revolucionario”, por intermedio de su brazo armado: el militarismo salvaje, persigue la inacción ciudadana, pues desde la minusvalía establece la convicción de la incapacidad individual, creando terreno fértil para inocular el virus de la desesperanza; su expresión más llana es ese estado de resignación que nos lleva a decir: “…hay que calárselo, porque eso es lo que hay”

¿Cuál es la salida?
Para salir de esta situación primero que nada hay que tomar consciencia de que no existen recetas mágicas; la solución no está en la acción de otro, la solución está en la participación individual que concrete lo que llamaba, hace ya más de cien años, Pierre Teilhard de Chardin[7]: “La Gran Conspiración”. Una conspiración en positivo que en este contexto significa “Respirar todos juntos”, buscar desde la participación individual crear un conjunto de acciones grupales que venzan la desesperanza, y creen las condiciones del cambio.
Venza el miedo, documéntese, no se quede callado. En todos los espacios que usted se desempeñe, detecte el virus de la desesperanza y luche contra él, exponga argumentos contundentes, active a esa o esas personas y haga que se conviertan en parte de esta “Gran Conspiración”. No tiene idea de lo poderosa que es su participación, ponga en práctica el lema de la revista colombiana "Alternativa" que circuló entre las decadas del 70 y 80 del siglo pasado: " Atreverse a pensar es empezar a luchar"
No espere que sea María Corina, Henry Ramos o Enrique Capriles quienes hagan lo que a usted le toca hacer, recuerde que la implantación de una tiranía se debe a nuestra inacción. No se quede en la queja, participe.




[1] Alan Woods (n. Swansea, Gales, 1944) es político marxista, escritor británico y dirigente galés de la Corriente Marxista Internacional.
[2] Raíz Bolivariana, parte de un planteamiento de  igualdad  y libertad, y su visión geopolítica de integración de América Latina. Raíz Zamorana, su nombre se desprende del  general del pueblo soberano Ezequiel Zamora y de la unidad cívico-militar, ya que fue un encendido promotor de una vasta y radical reforma agraria a mediados del siglo XIX. Raíz Robinsoniana, en honor al maestro del Libertador por Simón Rodríguez el Robinson, el sabio de la educación popular, la libertad y la igualdad.
[3] La información que se presenta en cursivas es un extracto tomado del artículo titulado “Militares controlan más ministerios con Maduro que con Chávez”, del diario El Nacional, cuerpo Siete días del 14 de noviembre de 2016. La infografía también proviene de la misma fuente.
[4] Es miembro de Marea Socialista y tiene vínculos con el Centro de Estudios Internacionales Miranda. Politólogo de profesión, Evans es además director de Visor 360 Consultores y tiene una maestría en Psicología Social.
[5] Según Héctor Landaeta, periodista y autor de Chavismo, Narco-tráfico y el Ejército, el fenómeno empezó cuando el narcotráfico colombiano introdujo droga a Venezuela utilizando unidades militares corruptas ubicadas en la frontera y posteriormente la "podredumbre empezó aguas arriba en los rangos militares".
[6] Crítica al Gobierno Bolivariano, tomada literalmente de una nota bajada de internet (http://wiki.eanswers.com/es/Revoluci%C3%B3n%20bolivariana)
[7] Jesuita, paleontólogo y científico francés, que a principios del siglo XX urgió la necesidad de realizar una “Conspiración de Amor”